sábado, 14 de febrero de 2015

"Sui-Tang China and Its Turko-Mongol Neighbors", de Jonathan Karam Skaff.

Desde hace algunos años, los historiadores de Asia Oriental e Interior tienen una aproximación crítica hacia la documentación que disponen sobre las dinastías chinas, que les ha permitido descubrir una mayor policromía y complejidad de las relaciones de China con los pueblos de las estepas del norte, ya sean los turcos, uigures y mongoles. Al haberse basado mayormente en las fuentes disponibles de los eruditos y funcionarios chinos confucianos, la visión quedó distorsionada. Y es que estos eruditos proyectaron una imagen del imperio chino como étnicamente homogéneo, además de plantear una cosmovisión binaria en la que el "otro" del norte era bárbaro, cruel y casi no humano. 
Lo cierto es que al disponer de más fuentes, el panorama es por completo diferente. Por un lado, los imperios chinos han sido habitados por diversos pueblos con sus propias costumbres y, por el otro, las relaciones interculturales en las fronteras fueron más fluidas de lo que se suponía.
En este valioso libro, el autor nos presenta un mundo mucho más interrelacionado entre chinos, turcos, mongoles, uigures y tibetanos, de cosmovisiones y costumbres similares. Las alianzas matrimoniales, el poco peso de las capitales sobre las periferias, las relaciones de lealtad personal entre los monarcas con sus vasallos a través de un extendido sistema patrimonial, hicieron de las regiones fronterizas un universo con sus propios códigos de conducta que poco tenían que ver con la ortodoxia confuciana. Asimismo, el aporte de los conocimientos obtenidos por los cambios en el medio ambiente han permitido observar la influencia de éste en las necesidades de los pueblos nómadas de las estepas. 
El entramado de relaciones entre estos pueblos respondía a costumbres profundamente arraigadas, en los que eran de importancia crucial los intercambios comerciales, de obsequios, el protocolo, la recepción de grandes comitivas de visitas y banquetes, el comercio de equinos a cambio de seda y un intrincado sistema de investidura y vasallaje, extremadamente frágil por su carácter personal y no institucional. 
Así, las dinastías Sui y Tang no habrán de diferir mayormente de las anteriores y posteriores en su trato con los pueblos vecinos, buscando aquietar las posibles incursiones militares y articular alianzas defensivas y comerciales. 

Jonathan Karam Skaff, Sui-Tang China and Its Turko-Mongol Neighbors: Culture, Power, and Connections 580-800. New York, Oxford University Press, 2012.

viernes, 13 de febrero de 2015

"Starý pes, nové kousky" (Perro viejo, trucos nuevos), de Petr Roubal.

La revolución de terciopelo, tal como se conoce al proceso de transición del comunismo a la democracia liberal en la ex Checoslovaquia, fue también un proceso de profundas transformaciones constitucionales. A partir de la legalidad vigente del régimen socialista se fue desmontando este sistema, para dar lugar a una república parlamentaria, democracia pluripartidista y economía de mercado. Algo similar a lo que ocurrió a fines de los años setenta en España, en donde se dio una reforma y revolución en modo simultáneo, a partir del orden legal existente.
El autor, Petr Roubal, fija su atención en la asamblea federal, un parlamento que hasta ese entonces no era más que una fachada en la que el todopoderoso Partido Comunista era el verdadero centro del poder. Pero con la elección de Václav Havel como -último- presidente de la República Socialista Checoslovaca en diciembre de 1989, además de un gabinete de coalición del PC con las dos grandes fuerzas opositoras, la checa Foro Cívico y la eslovaca Opinión Pública Contra la Violencia, la asamblea federal pasó a cobrar importancia central. 
Y aquí la figura descollante para el cambio constitucional fue Zdeněk Jičinský, un reformista comunista que estuvo con Dubček en el experimento fallido del "socialismo con rostro humano" de 1968 y luego miembro de Carta 77. Él propuso recurrir a la revocatoria del mandato y cooptación de diputados, para reemplazar a miembros de la Asamblea Federal por figuras de las fuerzas opositoras hasta las elecciones generales de junio de 1990. En diciembre. Esta cooptación, que no era nueva en la historia de Checoslovaquia, permitía la gobernabilidad y la autoparlamentarización de la Asamblea Federal, así como de los parlamentos checo y eslovaco y de gobiernos municipales. En diciembre de 1989 ingresaron así una veintena de figuras de la oposición -entre ellos Dubček, que fue electo presidente de la Asamblea-, y en enero una nueva oleada con unos cien parlamentarios, entre los que cabe mencionar a Miloš Zeman, años después líder del partido socialdemócrata, primer ministro y actual presidente de la República Checa. 
Esta política de cooptación fue posible gracias a las negociaciones con el Partido Comunista en la llamada mesa redonda, en donde esta fuerza en retirada, jaqueada y abandonada por su aliado soviético, fue haciendo concesiones a las demandas de las agrupaciones opositoras. Petr Roubal señala con acierto que este fue un hecho único en las transiciones de Europa oriental y central, ya que en Polonia la transición fue posible por la elección de Solidaridad para un tercio del parlamento -Sejm- y 99 de los cien escaños del Senado, en tanto que en Hungría ya había figuras independientes desde antes de la perestroika en el parlamento.
Se trata, pues, de un capítulo luminoso de la historia reciente de Europa, un ejemplo de transición pacífica hacia la democracia liberal poco conocido para el lector de habla castellana.

Petr Roubal, Starý pes, nové kousky. Kooptace do Federálního shromáždění a vytváření polistopadové politické kultury. Praga, Ústav pro Soudobé Dějiny, 2013.