domingo, 27 de septiembre de 2015

"Konstituční, nebo existenciální revoluce? Václav Havel a Federální shromáždění 1989/1990" (¿Revolución constitucional o existencial? Václav Havel y la Asamblea Federal 1989/1990), de Jiří Suk.

Cuando comenzó el inesperado proceso de transición a la sociedad abierta en -la desaparecida- Checoslovaquia socialista, los grupos disidentes checos se organizaron en el movimiento Foro Cívico, en tanto que sus pares eslovacos en la Opinión Pública Contra la Violencia. Dado que la parte checa reunía a dos tercios de la población, y la capital se hallaba en Praga, el protagonismo del Foro Cívico fue fundamental en la demolición del sistema del socialismo real. Asimismo, la posición de liderazgo del FC fue ejercida por el dramaturgo y ensayista disidente Václav Havel quien, curiosamente, era un escéptico de las organizaciones jerárquicas y de los partidos políticos. Pero su renombre internacional lo colocó en el centro de la escena.
El 10 de diciembre de 1989 asumió un gobierno de comprensión nacional del FC, la OPCV y el Partido Comunista, en el que hubo ministros de estas expresiones políticas. Cobró especial relevancia, hasta los comicios generales de junio de 1990, la Asamblea Federal de Checoslovaquia, a la que ingresaron por un complejo proceso de revocatoria de mandatos de más de un centenar de diputados comunistas, negociación y cooptación a través del mecanismo de la Mesa Redonda. De este modo, y de un modo no convencional, la Asamblea Federal tuvo diputados de los movimientos disidentes y transformaron a este parlamento en el escenario de vivas discusiones constitucionales.
Jiří Suk, reconocido especialista en la revolución de terciopelo e investigador en el Instituto de Historia Contemporánea de la Academia de Ciencias de la República Checa, se abocó al debate en torno a la nueva denominación del país. Václav Havel, presidente desde fines de diciembre de 1989, entendió que debía hacerse una profunda transformación desde el plano simbólico, y por consiguiente propuso el cambio de nombre de la República Socialista Checoslovaca por el de República Checoslovaca, el mismo del período de entreguerras. Así, buscaba conectarse con el pretérito de la presidencia de T. G. Masaryk, liberal y humanista. No obstante, y para su sorpresa, los eslovacos insistieron en un cambio de denominación que los contuviera. La primera propuesta fue "Federación Checo-Eslovaca", luego "República Checo-Eslovaca", en lo que se conoció como la "guerra del guión". Y es que el checoslovaquismo fue pragocéntrico, por lo que el retorno a ese antiguo nombre significaba la pérdida de toda posibilidad de autonomía e identidad para Eslovaquia.
Era este un asunto delicado en la historia del país, ya que Eslovaquia gozó de una "independencia" breve gracias a la ocupación alemana al territorio checo en 1939, conformando el "Protectorado de Bohemia y Moravia", en tanto que Eslovaquia se formó como un Estado independiente, aliado al Eje. Y en los años del socialismo real, específicamente en los de la "normalización" posterior a 1968, Eslovaquia fue la sede de grandes inversiones en el área de la industria armamentista. Finalmente, se arribó a la fórmula de transacción de República Federativa Checo-Eslovaca.
Suk divide su libro en dos partes: la primera, los debates de carácter constitucional y simbólicos; en la segunda, aporta una serie de documentos que se encuentran en los archivos del Instituto de Historia Contemporánea. Una vez más, brinda valiosos aportes a la comprensión de uno de los momentos históricos más ricos e interesantes de fines del siglo XX.

Jiří Suk, Konstituční, nebo existenciální revoluce? Václav Havel a Federální shromáždění 1989/1990. Praga, Ústav pro Soudobé Dějiny2014.

martes, 15 de septiembre de 2015

"Before Orientalism", de Kim M. Phillips.

Los viajes de europeos medievales hacia el Oriente, tierras de fantasía, monstruos y reinos exóticos, fue un género que despertó la curiosidad de los lectores durante generaciones. El nombre de Marco Polo sigue resonando a través de los siglos, como un ejemplo de aquellos que se adentraron en el vasto continente asiático, lleno de peligros y maravillas. 
En este texto, la historiadora medievalista Kim Phillips recorre lo que nos legaron aquellos viajeros en sus relatos, trazando similitudes entre ellos, así como distinguiéndolos netamente de las narrativas de los tiempos coloniales posteriores. Comienza desarticulando y estableciendo los límites del "orientalismo" conceptualizado por Edward Said, una construcción intelectual maniquea que, deliberadamente, dejó a un costado aquellos enfoques y estudios que no encajaban en su teoría. Pero el libro de Phillips es previo a la expansión colonial europea, es anterior a muchos estereotipos racistas e imperialistas que fueron elaborados a partir del siglo XVIII para justificar las conquistas militares. Y es, por consiguiente, de enorme interés.
Toma los textos de monjes -Giovanni de Pian di Carpine, Willem van Ruysbroeck, Ricold de Monte Croce, Giovanni de Marignolli y Odorico de Pordenone- o mercaderes -Francesco Balducci Pegolotti, Marco Polo, Niccolo dei Conti-. Algunos de ellos fueron enviados por el Papa; otros, como Ruy González de Clavijo, por el rey Enrique III de Castilla. Otros textos que circularon fueron escritos por falsos viajeros, como Sir John Mandeville, a la vez que se divulgó la carta del Preste Juan, un personaje legendario que tantas fantasías despertó en el mundo cristiano, al suponer que había un par con las mismas creencias en Asia.
Las temáticas que abordó Phillips son variadas y reveladoras: las comidas y las costumbres alimenticias, las mujeres, el sexo, el cuerpo, los monstruos que habitan los márgenes -blemios, monópodos y cíclopes, por ejemplo, a los que la imaginación europea ubicaba en la isla de Taprobana-. Es de remarcar que la actitud de estos europeos no fue la observación desde el atalaya de la superioridad, sino la de hallar un mundo no cristiano pero en el que había otras civilizaciones, siendo de especial relevancia la admiración que despertaba China en tiempos de la dinastía mongola Yuan. 
Los mongoles fueron observados con interés por sus capacidades militares y costumbres, algunas de ellas en abierto contraste con los hábitos europeos. Pero lejos de despertar la repulsa generalizada, autores como Hetoum de Armenia buscaron despertar simpatía por este pueblo, ya que el objetivo político era trazar un puente de comunicación con la Cristiandad para enfrentar juntos al Islam.
La aproximación crítica a estas fuentes es digna de ser subrayada, porque muchos de estos autores no escribieron de primera mano estos textos, sino a través de escribas que agregaron descripciones de su propio cuño, como fue el caso con Marco Polo. 
Lo remarcable de este libro, entonces, es que nos brinda una visión muy diferente a la que los europeos tuvieron sobre el Oriente en los siglos XVIII y XIX, cuando buscaron justificar la expansión colonial en nombre de la supuesta superioridad intelectual y física del hombre blanco. Porque ni siquiera se intentó justificar una conquista militar en nombre de la religión, como hubiera sido de esperar en tiempos medievales. Y es que estos misioneros, emisarios y mercaderes eran conscientes de la gran capacidad militar de los pueblos asiáticos, del desarrollo social y tecnológico de China, del poderoso despliegue de energías que estaba en ebullición en el Oriente.

Kim M. Phillips, Before Orientalism: Asian Peoples and Cultures in European Travel Writing, 1245-1510. Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 2014.